Hoy el B.O.E. ha publicado la llamada ley 35/2010 de medidas urgentes para la reforma del mercado de trabajo. Una ley, inspirada más en un deseo que en una necesidad. Un deseo de que ante el abaratamiento y mayor facilidad -si cabe- en el despido, la patronal crease empleo. No había necesidad de llegar a estos extremos. España es el país con el empleo más volátil y precario de todo el mundo occidental.

Ha sido un gobierno socialista el impulsor de esta ley. Muy probablemente, pensando que si daba lo que tanto tiempo se llevaba pidiendo por la patronal, esta comenzaría un nuevo periodo de crecimiento del empleo y por lo tanto, reduciría los increibles niveles de desempleo alcanzados. Pero mira por donde, va a ser que no. Se va a utilizar, para lo comentado anteriormente - modernización, rejuvenecimiento y abaratamiento del coste, de la plantillas-, además con ayudas de fondos públicos, para más "inri".
Un conocido empresario de hoy fue nombrado, allá por los años 60, Director General de Empleo. El entonces Jefe del Estado, Francisco Franco, tenía por costumbre conocer personalmente a los cargos nombrados por decreto. El recién nombrado director general, había preparado con especial cuidado el encuentro. Expresó sus opiniones, en términos muy generales, sobre las perspectivas de la economía, el Plan de Desarrollo, la recuperación de los emigrantes… y aventuró pronunciarse sobre un tema delicado: el de la necesidad de flexibilizar los criterios de despido en las empresas en crisis. Franco, atendió los argumentos a favor de una política de esta índole para preservar la vida de las empresas en dificultades, pero expresó con claridad que: “el Estado no puede permitir que se desvanezca la política de Pleno Empleo y que es obligación del Estado asumir la responsabilidad del empleo”. El hoy empresario, quedó impactado por la preocupación y sentido social del general Franco.
Los sindicatos, instalados hace muchos años en la comodidad de la burocracia y la subvención, han decidido convocar una huelga, después del verano que ya se acaba, para protestar por una ley que no supieron consensuar.
Un conocido empresario de hoy fue nombrado, allá por los años 60, Director General de Empleo. El entonces Jefe del Estado, Francisco Franco, tenía por costumbre conocer personalmente a los cargos nombrados por decreto. El recién nombrado director general, había preparado con especial cuidado el encuentro. Expresó sus opiniones, en términos muy generales, sobre las perspectivas de la economía, el Plan de Desarrollo, la recuperación de los emigrantes… y aventuró pronunciarse sobre un tema delicado: el de la necesidad de flexibilizar los criterios de despido en las empresas en crisis. Franco, atendió los argumentos a favor de una política de esta índole para preservar la vida de las empresas en dificultades, pero expresó con claridad que: “el Estado no puede permitir que se desvanezca la política de Pleno Empleo y que es obligación del Estado asumir la responsabilidad del empleo”. El hoy empresario, quedó impactado por la preocupación y sentido social del general Franco.
Los sindicatos, instalados hace muchos años en la comodidad de la burocracia y la subvención, han decidido convocar una huelga, después del verano que ya se acaba, para protestar por una ley que no supieron consensuar.
Los empresarios, aunque contentos con el contenido de la ley, disimulan su satisfacción y corren prestos a aplicarla, en su propio beneficio.
La oposición - lease PP - que nunca se hubiera atrevido a elaborar una ley así, brilla por su ausencia y falta de aportaciones. Sólo espera que esta crisis la lleve a La Moncloa.
Mientras, el resto de españoles, aturdidos y asustados, más que en huelgas y manifestaciones, pensamos y nos preguntamos por qué no tenemos unos políticos de talla. ¿Qué hemos hecho para merecer esto?