domingo, 22 de noviembre de 2009

No aprendemos

Mucho se ha hablado y escrito sobre el origen y las causas de esta crisis económica que se destapó en 2007 y tuvo su cenit a finales de 2008 con la quiebra y desaparición de la institución financiera, con más de 150 años de existencia, Lehman Brothers Holdings Inc. Y nadie sabe cuánto durará y que consecuencias traerá. Se culpó a las hipotecas “subprime” y su gestión como causa principal. Nos explicaron que eran aquellas hipotecas que se habían concedido sin valorar bien los riesgos de solvencia de los hipotecados ni el valor real del producto. Que además, se habían aumentado los límites prudenciales en cuanto a la cantidad de dinero prestado y se había recurrido a titulizaciones y endosos de estas deudas de alto riesgo, para seguir haciendo lo mismo y generar una espiral sin fin. Eso que en nuestro país tiene un nombre desde hace muchos años, el peloteo. Todo ello, con el beneplácito de las autoridades respectivas.
Veníamos de más de una década prodigiosa en cuanto al crecimiento de la economía global, sólo alterada por la crisis de las tecnológicas y del sudeste asiático. El mundo occidental, creaba empleo, la inflación estaba en mínimos y los tipos de interés apenas llegaban al 3%. Las economías emergentes, cada vez eran más notables.
Para mi, la realidad es otra. En nuestro país, los precios en verdad, subían mucho más de lo que nos marcaban los indicadores macro. En el caso de la vivienda, bien de primera necesidad, se había multiplicado su valor por 3 ó 4 veces desde 1997. El poder adquisitivo de los salarios llevaba estancado –incluso decreciendo- varios años. Pero nos vimos contagiados por el efecto riqueza del incremento permanente del valor de la vivienda, del excesivo e imparable beneficio de las empresas, de la llamada deslocalización buscando costes en paises de mano de obra más barata para vender en paises más ricos, del importante crecimiento de nuestra población activa, pasando de 12 a 20 millones, con un notable incremento de la inmigración, la mejora de los servicios públicos y las infraestructuras, la facilidad de obtener préstamos a tipos de interés bajos y, en consecuencia, potenciando el consumo desaforadamente y retroalimentando al monstruo que no dejaba de crecer. Cuando, a finales de 2007, los que habían propiciado este crecimiento irracional de la economía, les pareció ya suficiente el nivel de endeudamiento adquirido por empresas y familias, decidieron que los tipos de interés debían de retomar la senda del crecimiento para así maximizar su beneficio. ¿No se había contado, o se había subestimado, con la economía real?, representada por una ecuación tan fácil que dice:
Ingresos-Gastos ≥ 0
Sí, “Papá Estado” haría el trabajo.
La economía, en su acepción más primaria, es la gestión de los recursos escasos. Muchos se han empeñado en dotarle de un carácter ingenieril, con el único objeto de propiciar un enriquecimiento fácil, rápido y sin esfuerzo. Eso que se ha dado por llamar ingeniería financiera, cuyo único objeto o fin es el apuntado. Es decir una economía virtual que trata de engañar a muchos para beneficiarse unos pocos. Aderezada con unas dosis de corrupción, cada vez más notables y abundantes, que se alojan en los poderes políticos, que a su vez alimentan a los insaciables y codiciosos “personajes” que no tienen techo ni límite para sus ganancias y afán de riqueza. Y ahora, durante el tiempo que sea necesario para volver al equilibrio del sistema, todas las carencias y excesos provocados serán soportados por el conjunto más débil y numeroso de la sociedad, los trabajadores y asimilados. Mientras, estos “personajes” cuentan el dinero ganado y otean desde su atalaya los efectos de sus actos, sin inmutarse. Sólo, a la espera de repetir su “hazaña”, cuando otra vez vean suficientemente madura a su presa. Son los ciclos económicos.