Más de 34 millones de electores estábamos convocados a las urnas en las pasadas elecciones. De los cuales han ejercido el voto algo más de 24,5 millones. La abstención ha sido de 9,7 millones, la segunda opción más elegida, que aumenta más de dos puntos porcentuales respecto de 2008. ¡Ojo al desencanto y la indignación, que siguen creciendo!
Tras el reparto de escaños, de acuerdo con la ley D´Hondt aplicada por circunscripciones electorales (provincias), cada escaño al PP le ha costado 58.230 votos, frente a los 42.411 votos que le ha costado a GBAI o los 228.048 votos por escaño, que es el precio pagado por UP y D.
El PP ha obtenido mayoría absoluta, 186 escaños, con el voto del 31,58% del total de electores y el 44,62% de los votos válidos.
El sistema ha funcionado una vez más. En esta ocasión ha pasado una cuantiosa factura al PSOE que se ha dejado más de cuatro millones de votos, tras su experiencia de gobierno de los cuatro últimos años. Algo inaudito que ni las encuestas más desfavorables pronosticaban.
El desencanto de los electores con el PSOE ha sido manifiesto. El PP creció respecto de 2008 en más de medio millón de votos. Un crecimiento ajustado pero más que suficiente. Comunistas, Nacionalistas con Unión Progreso y Democracia, han sido los beneficiados de los ex-votantes socialistas.
Ahora tenemos por delante cuatro años, una crisis a superar y un gobierno con poder suficiente para aplicar las recetas que dice tener para ello. Sin necesidad de consensuar las medidas con otras fuerzas. Zapatero ha dejado de ser el problema y la disculpa. Hay que enfrentarse a una crisis mundial y al mismo tiempo corregir de una vez los desequilibrios estructurales de la economía española, de forma que el desempleo no sea la vergüenza internacional de España, entre los países desarrollados. Y todo ello se debería de hacer sin recortar derechos sociales, de forma equitativa y solidaria.
¡Ya veremos, dijo un ciego!
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