Alexis Tsipras, vendiendo "la moto" (Foto EL MUNDO) |
En el
camino se ha dejado a su ministro de Finanzas, Yanis Varoufakis, que entre otras cosas despertó un gran interés mediático.
No se
sabe que ha pasado para que el presidente del gobierno griego, elegido
recientemente como una alternativa a los partidos tradicionales y a las últimas
coaliciones, haya dado marcha atrás de
esa manera y se haya rendido sin condiciones ante la llamada troika.
Yo solo
me lo explico como si de repente hubiese tomado una dosis de pragmatismo y
sentido común, obligado por su absoluta falta de ideas y argumentos para haber
decantado la crisis de su lado. Lo tenía todo a favor:
1.
Había
sido elegido recientemente para llevar las riendas del país, tras el desastre
mayúsculo de sus antecesores, Papandreu y Samarás, que llevaron al pais a una
situación agónica.
2.
Contaba
con la fuerza de saber que las probabilidades de salir de la zona euro eran muy
remotas, debido al coste político y económico que ello suponía.
3.
La
consulta realizada recientemente apoyaba el NO tajante, a las propuestas de la
troika. La población griega se había solidarizado con su primer ministro, aun a
sabiendas de que se presentarían tiempos más difíciles, si cabe.
4. Grecia, a pesar de Marhuenda, es la historia de la nación de la sabiduría y
la cuna de la democracia, que junto con su situación geoestratégica, le hace
indispensable en el mundo occidental.
Con estas
cuatro razones y unas reformas que él hubiera introducido para paliar ese
desorden de gasto público innecesario, que parece ser el cáncer de su economía,
podría haber llevado a buen puerto unas negociaciones que por fin acabasen con esa
tragedia económica.
Ahora
solo se pueden sacar dos conclusiones:
1.
Ha
hecho el ridículo más espantoso que puede hacer un gobernante. Solo la dimisión
inmediata, le devolvería algo de dignidad personal.
2.
Ha
vuelto a poner una vez más en evidencia, la falta de argumentos, ideas y
contenidos sólidos de la izquierda radical: No hay soluciones mágicas.
Solo el
trabajo, el esfuerzo, el sacrificio y la competitividad, crean prosperidad y
riqueza, no caen del cielo, hay que perseguirlas.
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